Al 9 no se lo putea

9 de septiembre de 1932, se desató la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. A consecuencia de este conflicto bélico se conformó una selección paraguaya que salió a una gira por la Argentina para recaudar fondos.

En uno de esos partidos, Adolfo Roche, presidente de Independiente en ese entonces donde el fútbol argentino se encaminaba a la profesionalización, quedó cautivado con los dotes de un joven delantero paraguayo. Arsenio Erico.

Así es que el 6 de abril de 1934, el conjunto de Avellaneda compró al joven goleador por 5 mil pesos, monto que fue donado a la Cruz Roja de Paraguay en su totalidad. De esta manera, El Rojo le ganó la pulseada a River que también tenía grandes intenciones de contratar al delantero.

Debutó a los 15 años en el club Nacional de su país, hasta que la guerra estalló. Del conjunto de Barrio Obrero a Avellaneda, a los 19 años debutó en Independiente el 5 de mayo contra Boca Juniors, donde no pudo convertir, pero si lo hizo en la fecha que venía contra Chacharita y desde ese momento no paró.

En su primera temporada anotó 12 goles, a la siguiente 22 y en la otra 21. En 1937 marcó 48 goles en 34 partidos, convirtiéndose en el máximo goleador de un solo torneo de manera profesional y 43 goles lo esperarían en 1937. La guerra ya había terminado y retornó a su país para jugar en su Nacional, pero volvió a Independiente. Y volvió para condecorarse como hombre récord: llegó a los 295 gritos en 325 partidos en el fútbol argentino y sigue siendo el máximo goleador de nuestro país.

También quisieron tentarlo con 200 mil pesos, monto que era una total locura en la época, desde la Federación Argentina para disputar el mundial de Francia de 1938, pero le fue fiel a la Albirroja, donde nunca jugó.

Se retiró en 1949 en Nacional y falleció en 1977 por un paro cardíaco a los 62 años. Eduardo Galeano lo recuerda en el Fútbol a Sol y a sombra y nos muestra un tango de Cátulo Castillo donde en sus estrofas lo homenajea:

¡Ángel alado! Pasará un milenio

Sin que nadie repita tu proeza,

Del pase de «taquito» o de «cabeza»,

Tras una multitud gritando: ¡Arsenio…!

Y el amante del fútbol argentino lo recuerda cada vez que piensa en que el delantero de su equipo, algún día, pueda alcanzar al gran Arsenio Erico.

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